Entrevista publicado por Diario Financiero, 3 de agosto de 2021
La dueña de Emeser, una empresa de repuestos de Antofagasta, considera necesario abrir el diálogo con los inversionistas. “Se debe incluir la visión de las mineras que pretendemos atraer”, comenta.
La empresaria Pamela Garrido se abrió paso en el mundo de la minería después de egresar de Comercio Exterior en 1994. Sin tener redes en esta industria, formó los cimientos de su compañía de repuestos Emeser con los pocos contactos que hizo durante su práctica laboral en el Aeropuerto de Santiago. Partió a los 26 años cuando se compró un computador usado por $ 50.000 y una máquina de fax nueva, que la dejó “encalillada” por mucho tiempo, recuerda. A su juicio, entrar a la minería fue muy desafiante, porque sus clientes pensaban que la empresaria vendía servicios de AFP, ya que usaba zapatillas en las faenas.
“En ese tiempo no existían zapatos de seguridad para mujeres. Los tenía que comprar de segunda mano en la heladería Savory y, como eran blancos, los pintaba para pasar desapercibida”, comenta.
Garrido dice que una de las grandes ventajas para abrirse paso en la industria fue dominar el inglés y poder asociarse con norteamericanos que le permitieron acceder a equipo tecnológico. Así, construyó su empresa que brinda servicios de importación de repuestos, maquinaria pesada, asientos para operadores y reparaciones. A principios de la década pasada, abrió sus oficinas en el Parque Industrial La Negra, cerca de la ciudad de Antofagasta, cuya superficie ocupa 5.500 m2. Esto le permitió estrechar sus relaciones con clientes como Codelco, BHP, entre otras mineras.
Desde su lugar como gerenta general de Emeser, Garrido asegura que la minería en Chile está en un excelente momento, pero que está empañada por el escenario político y económico del país. De hecho, a poco de asumir como directora en la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA) está tratando de empujar la importancia de que se considere al mundo privado en la discusión del royalty en el Congreso.
– A diferencia de otros sectores, la minería ha dado señales tranquilizadoras sobre la crisis nacional. ¿Cuál es tu percepción?
– Los tiempos que estamos viviendo son complicados. Si bien estoy de acuerdo en que exista un royalty que permita que parte de la recaudación de la exportación se quede en el país, se debe incluir la visión de las mineras que pretendemos atraer, porque si no, tendremos un retroceso.
Un ejemplo positivo fue Perú, ya que cuando crearon un impuesto parecido al royalty, se reunieron a través de una mesa de trabajo con empresas extranjeras.
– ¿Considera que tal y como está planteado el nuevo royalty podría desviar hacia Perú la inversión que está llegando a Chile?
– Sí, podría haber un efecto en la inversión que desde hace muchos años hemos capturado. De hecho, gran parte de los ingresos por minería los proporciona la Región de Antofagasta y nos gustaría plantear la posibilidad de tener una porción un poco más unánime del royalty para esta ciudad. Este fue uno de los temas que se destacó en la última reunión de la Asociación de Industriales de Antofagasta. Queremos resaltar que nadie está en desacuerdo con implementar el royalty, pero tiene que ser discutido en una mesa de trabajo con las compañías mineras. La normativa tendrá efectos en la Región de Antofagasta porque la mayoría de las personas vive de la minería y, además, la industria mantiene otras ciudades como La Serena, Copiapó e incluso Concepción. Entonces, si no lo hacen de una buena forma, sería muy perjudicial para un gran ecosistema. Y no sólo hablo de firmas proveedoras de servicios mineros como Emeser, sino de todos los trabajadores asociados al rubro a lo largo del país.
– En su rol en la Asociación de Industriales de Antofagasta, ¿qué desafíos cree que hay para la región en términos de inversión pública?
– Trabajamos en varios ítems. Un ejemplo es la educación, ya que nos preocupamos de la red de colegios Don Bosco de la Región de Antofagasta. Estos recintos permiten a los estudiantes adquirir conocimientos técnicos para desempeñarse como mecánicos, electricistas, entre otras áreas. La mayoría cuando termina su cuarto medio se va a trabajar a las mineras. Uno de los proyectos que quiero concretar en mi gestión es que al Don Bosco de Antofagasta puedan ingresar mujeres. Me encantaría tener en mi empresa una mecánica. Un avance reciente es que el Don Bosco de Calama, como es nuevo, tiene presencia femenina a diferencia del de la capital, que es más tradicional. Eso se debe tanto por la administración como por la falta de entusiasmo de las mismas mujeres.