La evolución de la pandemia en el mundo nos muestra que, fruto de las políticas públicas, el compromiso del personal sanitario, los protocolos empresariales y el compromiso ciudadano, se avanza hacia la recuperación de la ansiada normalidad. Todo indica que no será fácil, que tendremos avances y retrocesos, y que deberemos, durante los próximos meses, vivir con estrictos protocolos de seguridad sanitaria.
Por otro lado, el gigante daño económico y social que ha provocado esta crisis en las personas, las familias, las empresas, los emprendimientos, los trabajadores independientes, los estudiantes, los gobiernos, nos exige, cuanto antes sea posible, ir recuperando los empleos, los ingresos familiares, la reapertura de restaurantes, hoteles, empresas, colegios, universidades.
En paralelo a los dos desafíos anteriores, nuestro país, regiones y comunas viviremos un período política y electoralmente histórico: plebiscito, eventuales constituyentes, gobernadores regionales, alcaldes, concejales, presidente de la república, senadores, diputados, consejeros regionales.
Claramente estos años constituyen un escenario que la historia recogerá de manera muy especial. Cómo el país y cada una de las regiones abordarán y administrarán estos tres desafíos, seguramente definirá el futuro de esas comunidades para un par de décadas, por lo menos. Aun cuando las decisiones nacionales nos condicionarán y nos afectarán regionalmente, los actores regionales no debemos ni podemos ser meros reflejos de los protagonistas metropolitanos. Los regionalistas reconocemos, valoramos y estamos llamados a construir nuestra propia realidad.
La Región de Antofagasta; segundo PIB del país, líder en las carteras de proyectos de inversión en minería y energía y, al mismo tiempo, con un importante número de habitantes viviendo en campamentos, con pérdida significativa de empleos y un crecimiento económico ralentizado hace 4 años; sin duda, tiene el motor económico más potente del país y desafíos sociales grandes.
¿Cómo asegurar la salud de nuestras familias y, al mismo tiempo, desarrollar y capitalizar nuestro motor productivo para una sostenida reactivación económica y social, todo en un contexto de desarrollo político que no desestabilice el avance y mejoramiento de la calidad de vida de nuestras familias? La respuesta es la agenda tripartita estratégica –salud/reactivación/política – que nuestros líderes públicos, privados, universitarios y sociales deben consensuar y, sobre todo, administrar en los próximos meses.
Soy optimista, confío en que el amor por nuestra comunidad y territorio nos dotará de la apertura, confianza y capacidad para ir construyendo y avanzando colaborativamente en crecimiento y desarrollo integral de nuestra comunidad.